Lizbet
Alejandra García Fonseca
La
historia del hombre, desde que tiene uso de razón, es dominar o ser dominado.
Marx ya se ha encargado de analizar este proceso histórico pero con la entrada
de la revolución industrial además de evidenciar la explotación del hombre por
el hombre trajo consigo la dominación casi legítima por medio de la ideología.
Según Ludovico Silva, un marxista poco ortodoxo, la ideología es una estructura
mental formada por construcciones sociales básicas que obedecen a un
determinado tiempo y espacio (Silva, 1978); la ideología está al servicio de un
sistema económico como encubridora de la realidad ya que “toda ideología es
justificación de una explotación” (Silva, 1978; 19).
La
revolución industrial permitió el crecimiento acelerado de la civilización gracias a la producción en masa y a la llamada
estandarización de las piezas la cual que facilitaría el manejo, la inserción,
el acoplamiento y el funcionamiento de estas para diferentes maquinarias.
El
hombre también ha sufrido una estandarización no sólo para la inserción en el
campo laboral sino que ha sufrido una estandarización ideológica que lo hace
manipulable y de carácter estático frente a situaciones político-sociales.
Particularmente en México se han vivido ya varios escenarios en los cuales la movilización
social frente a las injusticias del sistema es casi nula en comparación con el
problema en cuestión, que puede ir desde el bullying
hasta la guerra contra el narco, la reforma laboral, el aumento de IVA en
alimentos y medicamentos, etc.
Con
la formación de estereotipos dados en función de las banas y triviales
necesidades de los hombres, manejados estratégicamente por el mercado y las
telecomunicaciones podríamos estar viviendo esta llamada estandarización del
hombre. Pero la pregunta es ¿puede el pensamiento de los hombres ser
estandarizado?
Como
ya mencioné los motores de dicha estandarización son: a) la creación de
estereotipos, como categoría social, como producto o como identidad con el cual,
se crea un perfil manipulable a disposición del mercado y las modas, creando la
necesidad de actualizarse, “estar a la moda” y por lo tanto existe la
estandarización estética; a nivel psíquico ésta adquisición material permite
unirse a un sistema de ideas como lo es el
status que otorga comprar ropa en alguna tienda de marca; y b) las nuevas
tecnologías que se encargan de distribuir e instaurar los estereotipos
fijándolos en su mente como una meta a conseguir por ejemplo los spots
televisivos muestran a los personajes representando un papel concreto en la
sociedad o por ejemplo el auge de los productos light que prometen belleza
y salud. Además los mass media tienen
la función de entretener y adormecer a las masas, las hacen apáticas, las
alejan de la realidad social, las engañan, las distraen, como dice Arendt adormecen
su zoon politikon o más precisamente su zoon lógon ekhon haciéndolos más bien
un animal laborans sin participación
en las decisiones y asuntos de su sociedad.
Esta
conducta adaptativa y apática de la sociedad es producto de “la continua
erosión de la esfera de la interacción mediada lingüísticamente, bajo la
estructura de la acción racional con respecto a fines” (Habermas, 2009: 91). En
otras palabras una solución a todos estos mecanismos de manipulación es hacerse
consciente de las cosas y comunicarlas para que así no sólo estemos informados
sino que el espíritu crítico se desarrolle con la continua participación en los
asuntos de la sociedad. La solución habermasiana es la praxis aristotélica del
discurso entre los ciudadanos; en este caso la palabra nos hará libres.
BIBLIOGRAFÍA
·
Arendt, Hannah, “El hombre: animal,
social o político”, en La condición
humana, Paidós, Barcelona, 1993.
·
Silva, Ludovico, Teoría
y práctica de la ideología, México, Nuestro tiempo, 1978.
·
Habermas, Jürgen, “Técnica y ciencia
como ideología”, en Técnica y ciencia
como ideología, Madrid, Tecnos, 2009.
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