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sábado, 4 de mayo de 2013

EL CINE COMO IDEOLOGÍA




Lizbet Alejandra García Fonseca
La gente dice amar el cine, en especial el cine hollywoodense, con sus tranquilizantes finales felices. Historias de amor, valentía y fantasía, que suelen ser los sueños frustrados de muchas personas. Todas esas historias tienen algo que las vincula con la realidad, así el cine le da al espectador la ilusión de que lo que ve en la pantalla es como lo que vive a diario y bueno la magia del cine, reside en su forma de meternos en “los zapatos” del protagonista y vivir lo que no podemos vivir.
Theodor Adorno y Max Horkheimer en su libro “Dialéctica de la Ilustración” hacen una crítica a la industria cultural. Entre lo perteneciente a ésta se encuentra el séptimo arte, que visto ya no más como arte sino como negocio es vendido como cualquier otro producto masificado. Algunas veces los directores de cine tienen ideas que no van con la línea comercial y que pueden hacer pensar al consumidor, por ejemplo “V de venganza” este tipo de filmes entra en conflicto con la política comercial de los que producen la mercancía cultural porque cualquier producto que deje lugar al libre pensar desmorona por completo los matices ideológicos. Muchos guiones son rechazados por los productores pues al ser “excluidos de la industria, es fácil convencerlos de su insuficiencia” (Adorno y Horkheimer, 1998: 178) pero encontramos producciones independientes de baja calidad que desarrollan un excelente guión.
“La atrofia de la imaginación y de la espontaneidad del actual consumidor cultural no necesita ser reducida a mecanismos psicológicos “(Adorno y Horkheimer, 1998: 171). El cine Hollywoodense está montado de una forma en la que la rapidez de intuición no deja lugar al pensamiento ni a la imaginación, el espectador es enganchado por los excelentes efectos, el suspenso, los famosos –como mercancía humana, encargados de distribuir los estereotipos- y un final feliz que nos deja satisfechos. “Adiestra a los que se le entregan para que lo identifiquen directa e inmediatamente con la realidad” “(Adorno y Horkheimer, 1998: 171), es decir, el cine perteneciente a la industria cultural debe ser una prolongación de la realidad tangible, está diseñado para que no pueda distinguirse de la vida cotidiana, en lo inmediato al espectador.
La industria cultural absolutiza la imitación para evitar el fracaso artístico, reproduce una serie de actitudes, valores, estereotipos e incluso historias ya bien aceptadas por el público y sus carteras para garantizar el éxito en taquilla. Dicho de esta forma la industria cultural obedece a un tiempo y espacio determinado. En el mercado siempre existe una tendencia o moda, sea la dada por la temporada o por algún fenómeno musical como la “Banda” o el “Dubstep”. No sería provechoso para el negocio traer nuevamente de moda la música “Disco”. Es por esto que la mayor parte del cine norteamericano tiene una estructura similar, reconocible por el espectador, apegada a lo que se vive en el momento y además puede ser reproducible en la vida cotidiana pues en muchas ocasiones lo visto en el film se convierte en mercancía.
Una de las fortalezas que gana la industria cultural al apoderarse del cine pues con él puede distribuir una forma de pensar, actuar, sentir y vestir. “Las masas tienen lo que desean y se aferran obstinadamente a la ideología mediante la cual se les esclaviza” (Adorno y Horkheimer, 1998; 178). E incluso al final del film, el espectador se siente revitalizado pues aunque en su vida no logre lo que ve en la pantalla se conforma con experimentarlo en “los zapatos” del protagonista y es justo aquí donde está el verdadero problema. No hay nada de malo en disfrutar de una excelente grabación cinematográfica, lo malo está en pensar que así es nuestra vida, que ese tiempo invertido en el film no nos deje oportunidad para pensar en los problemas sociales, políticos e incluso familiares.
Disfrutemos del cine pero no olvidemos que somos personas reales, con problemas reales. Pensemos un poco más, cuestionemos lo que sucede en nuestro entorno. El cine, que no es documental o biográfico, es un mundo onírico y escapista, creado para que olvidemos nuestros problemas. Pero tomemos en cuenta que si los dejamos de lado tarde o temprano los tendremos que enfrentar, tal vez convertidos en enormes monstruosidades por no atenderlos a tiempo.



BIBLIOGRAFÍA
o   ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max, “La industria cultural. Ilustración como engaño de masas”, en Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos, Trotta, S/L, 1998.


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